10 de Abril, 2009 - 16:49
Acanceh, Yuc., 10 Abr (Notimex).- Con llanto sincero, al bajar a Cristo muerto en la cruz, antecedido por el Viacrucis viviente, miles de personas se dieron cita en esta población maya para participar en la representación de la Pasión y Muerte de Jesucristo.
Una imponente pirámide maya sirvió de fondo a las tres cruces donde Cristo y los dos ladrones fueron muertos por los romanos, ante la mirada piadosa de algunos, misericordiosa de otros.
Unos tres mil espectadores siguieron los pasos pequeños de Jaime Estrella Escalante, quien por cuarta ocasión obtuvo el papel del Nazareno, y a quien el sol y una temperatura de 40 grados agobiaron, además de la responsabilidad de representar al Hijo del Hombre.
La pobreza de Acanceh, cuya traducción al español significa "lamento de venado" es tal que escobas, jergas, palos de escoba, cartón, entre otros materiales de desecho sirvieron como penachos de cascos romanos, turbantes árabes, espadas, escudos y látigos sanguinarios.
Poco antes del mediodía, la Plaza de las Tres Culturas, como se le conoce el centro de la población por contener una pirámide maya, una iglesia colonial y un moderno edificio que aloja el ayuntamiento, se colmó, primero de vendedores y posteriormente de creyentes.
A lo lejos, el silencio se rompe por una turba de 90 judíos-mayas, entre los que destacan una treintena de niños, de entre seis y 10 años, a lo que se tuvo que recurrir por falta de actores, ya que los más grandes emigran a Mérida en busca de empleo.
Todos acusaron a Jesús, este que apenas supera 1.60 metros de altura y dista mucho de la imagen original, al menos físicamente, pues en el fondo este moderno Cristo también se preparó un año para imitar al Maestro.
Entre los curiosos destacan una veintena de extranjeros que toman fotografías y videos para llevar a sus lugares de origen y mostrar como se vive la Pasión de Cristo en español, pero con acento maya.
Durante los azotes, a uno de los romanos se le pasa la mano, de inmediato el jefe de los centuriones es advertido y el soldado es relevado del cargo, pues en verdad la piel del Cristo ha sido dañada y finos hilos de sangre se dejen ver.
A ello sigue la condena y el camino al calvario, en el cual en vez de tres habrán de ser cuatro las caídas de Jesús, los pequeños fariseos también sucumben por el calor inclemente.
Una vez en el Gólgota, las cruces, salvo la Cristo, distan de ser las que cargaron los ladrones, pero eso no importa, el efecto es el mismo, gimen, hacen muecas de dolor por lo fuerte de los amarres en los brazos, hasta que mueren y son bajados de la cruces.
Esta vez, el cielo no se ha nublado como tradicionalmente sucede y como señala la Biblia, tal vez por ello cuando Cristo es bajado de la cruz, con el cuerpo sangrante, el peso es mayor y se desparrama sobre los romanos, quienes de inmediato corren en busca de suero.
La Virgen María, interpretada por María Noh Tun, llora, gime de dolor, llanto y pena, sentimientos que no son actuados sino sinceros, y que seguramente le valdrán para interpretar el mismo papel el año entrante, pero mejor aún, para asegurar un lugar al lado del Señor.
Acanceh, Yuc., 10 Abr (Notimex).- Con llanto sincero, al bajar a Cristo muerto en la cruz, antecedido por el Viacrucis viviente, miles de personas se dieron cita en esta población maya para participar en la representación de la Pasión y Muerte de Jesucristo.
Una imponente pirámide maya sirvió de fondo a las tres cruces donde Cristo y los dos ladrones fueron muertos por los romanos, ante la mirada piadosa de algunos, misericordiosa de otros.
Unos tres mil espectadores siguieron los pasos pequeños de Jaime Estrella Escalante, quien por cuarta ocasión obtuvo el papel del Nazareno, y a quien el sol y una temperatura de 40 grados agobiaron, además de la responsabilidad de representar al Hijo del Hombre.
La pobreza de Acanceh, cuya traducción al español significa "lamento de venado" es tal que escobas, jergas, palos de escoba, cartón, entre otros materiales de desecho sirvieron como penachos de cascos romanos, turbantes árabes, espadas, escudos y látigos sanguinarios.
Poco antes del mediodía, la Plaza de las Tres Culturas, como se le conoce el centro de la población por contener una pirámide maya, una iglesia colonial y un moderno edificio que aloja el ayuntamiento, se colmó, primero de vendedores y posteriormente de creyentes.
A lo lejos, el silencio se rompe por una turba de 90 judíos-mayas, entre los que destacan una treintena de niños, de entre seis y 10 años, a lo que se tuvo que recurrir por falta de actores, ya que los más grandes emigran a Mérida en busca de empleo.
Todos acusaron a Jesús, este que apenas supera 1.60 metros de altura y dista mucho de la imagen original, al menos físicamente, pues en el fondo este moderno Cristo también se preparó un año para imitar al Maestro.
Entre los curiosos destacan una veintena de extranjeros que toman fotografías y videos para llevar a sus lugares de origen y mostrar como se vive la Pasión de Cristo en español, pero con acento maya.
Durante los azotes, a uno de los romanos se le pasa la mano, de inmediato el jefe de los centuriones es advertido y el soldado es relevado del cargo, pues en verdad la piel del Cristo ha sido dañada y finos hilos de sangre se dejen ver.
A ello sigue la condena y el camino al calvario, en el cual en vez de tres habrán de ser cuatro las caídas de Jesús, los pequeños fariseos también sucumben por el calor inclemente.
Una vez en el Gólgota, las cruces, salvo la Cristo, distan de ser las que cargaron los ladrones, pero eso no importa, el efecto es el mismo, gimen, hacen muecas de dolor por lo fuerte de los amarres en los brazos, hasta que mueren y son bajados de la cruces.
Esta vez, el cielo no se ha nublado como tradicionalmente sucede y como señala la Biblia, tal vez por ello cuando Cristo es bajado de la cruz, con el cuerpo sangrante, el peso es mayor y se desparrama sobre los romanos, quienes de inmediato corren en busca de suero.
La Virgen María, interpretada por María Noh Tun, llora, gime de dolor, llanto y pena, sentimientos que no son actuados sino sinceros, y que seguramente le valdrán para interpretar el mismo papel el año entrante, pero mejor aún, para asegurar un lugar al lado del Señor.
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