Cercano y muy amable, Roberto Borge está a punto de emprender una nueva etapa profesional que define como «un reto apasionante». El próximo 5 de abril asumirá oficialmente el cargo de Gobernador de Quintana Roo, el estado mexicano con mayor potencial turístico del país. Mientras llega el esperado momento, Borge ya está «con las manos en la masa», trabajando duro para no defraudar a sus ciudadanos.
¿Cómo afronta esta nueva etapa profesional?
-Con una gran responsabilidad y como el mayor reto de mi carrera. Debido a una reforma en el calendario electoral en México, han sido nueve meses de transición, pero los estoy aprovechando para revisar los perfiles de mis colaboradores. Creo que será bueno para Quintana Roo, porque le vamos a poner inteligencia y corazón.
¿Cuál será su toque personal en esta legislatura?
-Siempre me he caracterizado por ser una persona franca y muy directa. No me gustan las demagogias en política y considero que la gente debe tener un gobernador cercano y próximo. Mi intención es cumplir este perfil a rajatabla.
Quintana Roo es la primera potencia turística de México. ¿Pesa la responsabilidad?
-Pesa muchísimo, porque el 80 por ciento de la actividad económica del estado depende directa o indirectamente de lo que haga la industria turística, de ahí que hacer bien las cosas en este terreno es clave.
¿Qué nuevos proyectos tiene en esta materia?
-Uno de mis grandes retos es crear las escuelas de turismo, centros de desarrollo que ayuden a profesionalizar más al personal. No es que ahora mismo la capacidad de los trabajadores sea mala, todo lo contrario, pero sí queremos apostar por una mayor implicación del estado en dicha competencia. España tiene escuelas de turismo con mucho éxito y es un buen ejemplo a seguir para nosotros.
¿Qué otros retos tiene pendiente el sector turístico del estado?
-En mi última visita a España, con motivo de la Feria Internacional de Turismo, pude reunirme con mayoristas europeos y aerolíneas. Nuestro objetivo es ampliar las frecuencias con España, ya que son el principal mercado en Europa, junto a los británicos.
¿Qué habría que mejorar a nivel interno?
-Las infraestructuras, porque en la medida en que tengamos mejores vías de acceso, aumentará la satisfacción del visitante.
Quintana Roo recibe alrededor de 15 millones de turistas al año, gracias a destinos como Riviera Maya y Cancún. ¿La masificación puede llegar a ser contraproducente?
-La clave está en diversificar la oferta turística para que esa masificación sea positiva. No queremos hacer destinos con grandes torres hoteleras que saturen la línea de costa ni las playas. Nuestra filosofía pasa por el crecimiento sostenible, y eso se consigue segmentando las posibilidades del viajero.
¿Lo han conseguido?
-Vamos por muy buen camino, ya que hay opciones para turistas de perfil muy variado. Se puede tomar el sol en la playa, pero también jugar al golf, hacer ecoturismo, practicar deportes acuáticos, visitar zonas arqueológicas, descansar en alguno de los mejores spas del Caribe... Hemos sido bendecidos por la naturaleza, pero hay un dato fundamental: la calidad en el servicio y el compromiso para que el viajero se sienta satisfecho y repita.
¿Bajar los precios no es la solución para atraer a más turistas?
-No, porque cuando se reducen los precios también baja la calidad y nosotros no podemos permitirnos eso. Hay que tener buenas tarifas, gracias a alianzas estratégicas, pero un nivel de exigencia máximo.
La industria hotelera española tiene una fuerte presencia en su estado. ¿Son una garantía de calidad?
-Por supuesto que sí. Los grandes grupos españoles están presentes en Quintana Roo y eso nos llena de orgullo, porque significa que confían en nosotros. Pero sobre todo son un valor añadido a nuestra oferta, ya que las cadenas españolas son sinónimo de calidad y buen hacer.
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